De todas las edades, impecablemente uniformados, firmes, llenos de vitalidad y con el corazón vibrando por la emoción, eso es lo que se pudo notar en los 1.700 reservistas que marcharon este sábado bajo la lluvia, autoconvocados por algo llamado fervor paraguayo.
Abuelos, padres e hijos se presentaron este sábado, no porque haya alguna amenaza a la soberanía, ni mucho menos para tomar las armas, se presentaron para cumplir con el segundo rol más importante que las milicia les enseño: rendir tributo a la patria que cumple 200 años de independencia.
Eran unos 1.700, algunos con más de 60 años, otros con tan solo 30, quienes formaron una larga columna de cuerpos sólidos, vestidos con el uniforme gris oscuro y el sombrero con la insignia que los representa.
Los reservistas se autoconvocaron por iniciativa propia para mostrar al mundo que tras el deber esta el honor de servir al Paraguay. Ni el mal tiempo, ni la lluvia persistente, ni el estrépito de los truenos que a tempranas horas azotaban Asunción sirvieron para intimidar a estos hombres fieles a la nación.
Estuvieron allí, presentes, marchando con firmeza y con la frente en alto, ovacionados por todos los ciudadanos que tampoco dieron paso atrás para ver a este contingente de reservistas.
Los ensayos iniciaron el 19 de marzo y se repitieron en varias oportunidades para asegurar el éxito y no decepcionar en lo absoluto.
Fueron los grandes protagonistas del desfile militar por el Bicentenario, algo inédito si se tiene en cuenta la cantidad de presentes. Lo cierto es que esos niños y jóvenes que siguieron los pasos de sus padres y abuelos, quedaron con el recuerdo de que el honor sigue siendo un motivo importante para un país y por sobre todo para ser ese soporte que defienda a la patria.
Publico este post, porque me siento orgullosa de que en filas de los Reservistas, se encuentre mi hijo David, Sub Teniente de Reserva de Infantería. Mi respeto para todos los Reservistas, por demostrar su patriotismo y por ser partícipes de esta gran fiesta del bicentenario.
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